Colombia15/02/2023

15 de Febrero

Nuestro paseante ha llegado a la terminal de Pereira, ya la conoce, y se dirige a la boletería.

-Buenos días, tengo una reserva para Cali.- el viajero muestra a la muchacha de la oficina la página de su celular.

- Buenos días. ¿Me permite su pasaporte señor?

La muchacha comprueba en el sistema la reserva y le imprime el boleto para viajar a Cali.

¿Y por qué Cali? Es una pregunta que no tiene respuesta lógica. El viajero se mueve por pura intuición y por impulsos. Ha elegido Cali como podía haber elegido cualquier otro lugar. 

Tras acomodarse en el hotel sale a dar un paseo por el centro, como en todas las ciudades colombianas que ha visitado, el centro es un constante bullir de gente. Un sinfín de puestos acomodados en las aceras dificultan el paso de los paseantes y anuncian sus productos. Cuando el viajero tuerce la mirada hacia algún puesto, inmediatamente el responsable le dice: 

- !A la orden señor! 

- Muchas gracias.

- Que pase buen día.

- Igualmente.

El diálogo se va repitiendo de forma constante.

Lo más complicado es atravesar las calles. Los pasos de cebra son simples indicaciones del camino más sencillo para cruzar. Cuando hay semáforo no es problema, pero si no lo hay, los vehículo no permiten el paso. Hay que esperar a que la circulación se pare y, entre los coches, y prestando especial atención a las motocicletas cruzar con precaución, indicando a su vez con la mano que faciliten el paso.

Otro asunto importante a tener muy en cuenta es ir vigilando constantemente el piso. En demasiadas aceras hay socabones o faltan las tapas de los registros. Hay un importante riesgo de tropezones. 

Al viajero le ha llamado la atención la gran cantidad de personas que mendigan unas monedas o que descansan tirados en cualquier esquina, rebuscan en las basuras y arrastran grandes bolsas con lo que rescatan. Aquí en Cali no se ven contenedores. La basura la depositan en bolsas al borde de la acera. Sin embargo hay abundantes papeleras metálicas y se observa al personal de limpieza barriendo las calles.


TOMA DE CONTACTO CON CALI

 

16 de Febrero 

El día de hoy promete ser completo. El viajero se encuentra con fuerzas y ganas para trotar sin prisa pero sin pausa.

Por conejo de la recepcionista del hotel, se encamina hacia la llamada plaza de las trompetas, donde según ella, esta la policía turísticas informando a los visitantes.

Inicia su camino cargado de ilusión pero, cuando lleva varias cuadras debe preguntar.

- Buenos días señor, voy bien por aquí a la plaza de las trompetas.

- Sí señor continúe recto está cerquita.

Al alejarse del amable guía el viajero murmura:

- En todo el tiempo que llevo recorriendo Colombia todavía no llego a comprender que significa cerquita.

Después de un largo trecho llega a vislumbrar las esculturas de las trompetas de color dorado y al fondo un stand al aire libre donde dos policías uniformados le dan información sobre Cali. Muy amables le informan y como de costumbre le preguntan:

- ¿De qué parte de España? 

- De Pamplona. Mi ciudad es famosa por las fiestas de San Fermín, donde se corre delante de los toros.

A partir de aquí se inicia una conversación. La mayoría de las personas con las que ha contactado le indican que tienen familia en España. Y muestran su deseo de viajar allá.

Siguiendo las indicaciones se dirige al parque del Gato del Río que supuestamente está próximo, pero al viajero no se lo parece, el calor hace bastante sofocante la caminata y tiene que parar en dos ocasiones para comprar agua.

El parque está situado a las orillas del río Cali y además de la escultura principal diferentes artistas ha hecho esculturas representando a su diferentes novias. Merece la pena visitarlo.

Ermita de San Agustín
Más tarde se interesa por conocer la ermita de San Agustín, que se encuentra en un alto de la ciudad, el calor le agobia pero el paseante persiste en alcanzar su próxima meta, debe preguntar en varias ocasiones si su dirección es la correcta. Llega a un parque muy bien cuidado repleto de escaleras por las que se acede a la ermita. Tiene que hacer varias paradas, antes de llegar al lugar. 

FRAN

Justo cuando alcanza su meta, le pilla un aguacero que le hace refugiarse bajo los aleros del edificio. Un grupo de personas que se encontraban también de visita en el lugar comparten el refugio y comienzan a charlar con el viajero. En pocos minutos cesa la tormenta y el paseante se despide del grupo y comienza el descenso por las escalinatas. En uno de los descansillos se sienta al lado de un muchacho: Fran, que le saluda muy amablemente. Sobre una manta tiene extendidos los trabajos de artesanía y minerales. Le dice que ha viajado mucho por Sudamérica y comienzan a charlas sobre los lugares comunes que han visitado. Al momento se prepara el acullico, una costumbre que adquirió en Ecuador. Charlan sin cesar y el viajero le presenta su blog. Fran, aparentemente no lleva celular, anota el nombre del dominio en una especie de libreta con su pequeño lapicero, para consultarlo en casa tranquilamente.

El sol se va ocultando lentamente y es el momento de regresar, para acceder al hotel tiene que atravesar una zona en la que hay gente de la calle, junto a los puentes, que no le ofrece garantía de seguridad. Pero hasta ahora nadie se ha metido con él.

Llega casi agotado a su refugio y "se retira a sus aposentos" a descansar.


 PARQUE DEL GATO Y ERMITA DE SAN ANTONIO

 

 17 de Febrero

Hoy el caminante se despide de Cali. Toma el camino que le lleva al bullicioso centro. Le resulta muy atractivo pasear sorteando a la gente que circula por el angosto paso que los puestecitos dejan en la acera.

- ¡A la orden! - se escucha constantemente para llamar la atención del paseante.

Constantemente le ofrecen sus productos y el viajero los rechaza con un: muchas gracias; y el vendedor responde: con gusto.

El calor le comienza a angustiar y decide no pegarse la paliza del día anterior.

Hace una pequeña parada en un restaurante italiano y enseguida retorna al hotel antes del anochecer.

Después de despojarse del chaleco donde oculta la cámara y los objetivos se decide a pasear por los alrededores sin alejarse demasiado.

En un trancón - como aquí llaman a los atascos - se escuchas unos gritos y dos personas salen de sus vehículos soltando todo tipo de improperios, uno de los conductores, fuera de sí con su navaja raja dos cubiertas del otro vehículo, un taxi; el taxista también muestra su navaja. La policía interviene de forma inmediata y tiene que mostrar su arma reglamentaria para que los contendientes guarden sus navajas. El viajero no llega a comprender como se altera el personal por una simple rallita, casi imperceptible. 

El viajero continúa su paseo y, a la vuelta, todavía permanece el agresor con la policía. 

Al parecer es bastante frecuente que haya personas que llevan por costumbre navajas o machetes en sus vehículos.

Ya en el hotel reserva su viaje a Bogotá, para posteriormente tomar un vuelo para Leticia en el Amazonas.


ÚLTIMO DÍA EN CALI

 

18 y 19 de Febrero

Para ir a Leticia la opción más razonable es viajar en avión. Los vuelos a Leticia se toman desde Bogotá. Por esta razón el viajero ha decidido pasar dos días en Bogotá para llegar a la capital del departamento del Amazonas.

A vuelto a notar, aunque de forma muy leve el mal de altura y camina muy despacio. En este tiempo se ha dedicado a hacer alguna compra y a pasear por el centro. Además de organizar el blog y dedicar un tiempo a la lectura y el descanso

 

DE VUELTA BOGOTÁ

 

 

 

20 de Febrero

El viaje de Bogotá a Leticia demora dos horas y media. Al llegar a su destino el viajero nota una especie de bofetada de intenso calor, no en vano la temperatura aquí es el doble que la de Bogotá. Llega antes de la hora en la que se puede hacer el check-in en el hotel, deja su equipaje y se da un paseo de reconocimiento del lugar. El intenso calor con un elevado grado de humedad hace que el cuerpo transpire como en una sauna.

Aprovecha el tiempo para almorzar. Luego busca una lavandería donde lavar su ropa.

- Si trae su ropa antes de las tres la podrá recoger hoy mismo a las siete y media – le informa la señora de la lavandería.

 Regresa al hotel antes de las dos. Por suerte, aunque la entrada es a las tres, le informan que su habitación ya está lista y formaliza el registro. Toma su ropa sucia y la lleva a la lavandería. Tiene tiempo suficiente para ir al puerto.

- Buenas tarde señor, ¿por dónde se va al puerto?

- Siga recto, está cerquita no tiene pérdida.

- Muchas gracias. Muy amable.

En efecto en aproximadamente cuatro o cinco cuadras llega al puerto. Un muchacho se le acerca y le dice si quiere navegar en su lancha por diez pesitos, el equivalente a 2 €, acepta la propuesta y le transporta a la Isla de Santa Rosa, al frente, atravesando el Amazonas. Allí se bajan y el muchacho le da una serie de explicaciones sobre la isla peruana.

-Aquí compartimos frontera con Perú y con Brasil. Mi papá es de una comunidad del Putumayo colombiano y mi mamá peruana; vivimos en Leticia en una casa flotante junto al puerto. Si quiere le llevo a dar un paseo por el Amazonas para ver delfines y regresamos por el lado brasileño.

- ¿Cuánto más me va a costar?

- Sesenta pesos. ¿Le parece bien?

-De acuerdo ¡vayamos allá! –responde el viajero animoso.

Hacen un alto en la confluencia de dos corrientes, junto a unos cañaverales donde avistan algunos delfines grises que, tímidamente, asoman sus lomos en las proximidades. En la parada Elson, que así se presenta el muchacho, le va contando que él forma parta de una etnia que tiene su origen en la zona del Putumayo.

Tras el paseo se dirige al hotel. Tiene una gratísima impresión de lo visto por el momento. En la recepción contrata un tour para ir a Puerto Nariño.

 

 LLEGADA A LETICIA

 

21  de Febrero

-Buenos días señor. Acompáñeme. – le indica un muchacho de la agencia.

Van caminando por la calle, rápidamente, camino del puerto. Al llegar al lugar le indican que debe subir a la embarcación y colocarse el chaleco salvavidas. La embarcación está un poco desvencijada, los asientos son duros.

-Buenos días amigos. Vamos a recorrer 75km haciendo diversas paradas con actividades.- el guía pretende animar a los viajeros haciéndose el gracioso, y la gente le ríe las gracias. Todos son colombianos, menos nuestro protagonista.

Navegan contracorriente, el Amazonas está creciendo e infinidad de ramas y troncos de gran tamaño ponen a prueba al piloto. Cuando se cruzan con alguna embarcación de mayor tamaño, la estela que deja a su paso, levanta unas olas que al traspasarlas el barquito da saltos, se suspende y cae sobre el agua con su panza. Los vaivenes son más acusados en la parte delantera donde está situado nuestro protagonista.

La primera parada es una visita a una comunidad indígena. Un grupo de personas baila delante de los visitantes ataviados con sus ropajes. Lo cierto es que al viajero le ha parecido un espectáculo “engaña turistas”, pero sus compañeros de viaje parecían disfrutar del espectáculo.

La segunda parada la realizan en la llamada Isla de los Micos. Un numeroso grupo de monos fraile, de pequeño tamaño, interactúa con los visitantes subiéndose a los hombros o a la cabeza en una especie de ritual ensayado. La gente disfruta en compañía de los primates sacando videos y fotos con sus celulares.

Otra nueva parada para almorzar en otra comunidad y unos minutos de descanso. Un pequeño estanque natural muestra con orgullo la planta de la flor de loto. Unas hojas redondas gigantes flotan, ocultando el envés donde se adivinan infinidad de pinchos. A uno de los lados una única flor de loto se enseñorea mostrando su blancura deslumbrante.

Aún queda una tercera para, nuevamente observar a los indígenas de otra comunidad bailando delante de los animados turistas gozosos del acontecimiento y por fin Puerto Nariño. La pequeña población, muy bien cuidada, acoge al visitante, orgullosa de ser una ciudad sin ruido. Por decreto municipal están prohibidos los vehículos a motor. Los únicos vehículos a motor, que pueden circular por sus cuidadas calzadas, son un motocarro ambulancia y un tractor, que ocasionalmente es utilizado para hacer obras de construcción y reformas. La gente se desplaza caminando o, a lo sumo, en bicicleta.

Los pasajeros regresan a Leticia, pero al viajero se le ha antojado pasar una noche en un resort en las proximidades de Leticia. El guía le presenta a Claudio que le llevará en una pequeña embarcación a hotel Aldea para pasar una noche. Le asignan una habitación con baño, con una cama amplia y sin lujo alguno, tiene baño pero sin internet. Le gusta la idea de pasar un día con la simple comunicación de su celular en la zona común, en el resto de la finca la cobertura es deficiente. 

Al atardecer se dirige, impregnado de repelente, al embarcadero para contemplar el atardecer.  

 

NAVEGANDO A PUERTO NARIÑO

 

21     22 de Febrero

-Buenos días: ¿El señor desea huevos revueltos?

-Sí, por favor, muchas gracias.

El viajero ha descansado y se encuentra animoso para visitar el lago Tarapoto. Los ríos y los lagos siempre han tenido un atractivo especial para él, no en vano todavía mantiene su afición a la pesca, aunque por desgracia cada vez ejerce menos la actividad.

Claudio le transporta en la barca, van los dos solos, las aguas están tranquilas, el sol calienta, y las nubes comienzan a aparecer anunciando la tormenta. Llueve todos los días: es una lluvia caliente que se admite con agrado. A la entrada del lago hay un puesto de control donde es necesario inscribirse; supuestamente tratan de vigilar y controlar la pesca.

-Vamos a ir a esa zona donde creo que encontraremos alguna piraña – anuncia Claudio

Lleva la barca hasta la orilla y saca unas rudimentarias varas, similares a las de avellano, con un sedal amarrado en la punta de apenas diez pies y un anzuelo; la carnaza es piel de cuello de pollo. Prueban una y otra vez, agitan el agua con la punta de la vara para atraer a los peces, pero apenas hay pique. Los pescaditos hábilmente se cobran la carnada sin clavarse el anzuelo, lo que significa que, probablemente, se trate de sardinas. Después de reiterados intentos, el viajero captura su primera pieza. Desilusión: es una sardina.

-España 1, Colombia 0. – el viajero trata de provocar a Claudio.

-Yo atrapé dos que se escaparon.

-Pero esas no cuentan, no son válidas: fuera de juego.

Se echan unas risas y deciden abandonar y volver al hotel Aldea.

El viajero recoge su mochila y embarca de nuevo para ir a Puerto Nariño. Claudio le apura.

-Vamos rápido, le espero en la barca va a caer un palito (lluvia suave).

Efectivamente, comienza a llover, gracias al toldo de la embarcación, la lluvia no moja el interior de la barca. Llegan a su destino. Se despide de Claudio, que le recuerda que a las dos y media debe estar en el puerto para embarcar en “el rápido” que le trasladará a Leticia. Mientras espera se toma un apetitoso almuerzo.

A la hora acordada se traslada al puerto y espera que le reclamen. El rápido es una lancha bastante grande en la que caben sesenta pasajeros. Esperan a que se llene y zarpan. Van a gran velocidad y, por momentos, el piloto tiene que reducirla, para atravesar las zonas donde se acumulan las ramas y grandes troncos flotantes, para retomar nuevamente a la velocidad de crucero. En hora y media recorren los setenta y cinco  kilómetros de distancia.

Llegado a su destino se acomoda en el hotel.

 

PUERTO NARIÑO Y LAGO TARAPOTO

 

21  23   de Febrero

Amanece el día lluvioso un “palo” (lluvia fuerte) ataca sin descanso. El viajero tiene se ha levantado con el hombro y el cuello doloridos.

-Tengo que buscar solución a estos dolores, antes de que se conviertan en invalidantes –se lamenta en voz alta mientras busca por internet masajistas.

- Aquí está: ADARA ESTÉTICA &SPA. Cuatrocientos metros.

Coge su impermeable y las chancletas. Se pone unos pantalones cortos y se lanza a la búsqueda consultando el google maps. A cada paso la señal se pierde y tiene que renovar la búsqueda. Los cuatrocientos metros se convierten en más de un kilómetro, la dirección se torna cambiante a cada paso y la señal se pierde. Al final el celular le lleva hasta el lugar.

-Su destino está a la derecha. – asegura el aparato.

El viajero se encuentra empapado, la intensa lluvia ha atravesado su impermeable por las costuras. Mira hacia su derecha:

-¡Mierda, aquí no hay nada! – se lamenta en voz alta mientras observa una casa aparentemente vacía y abandonada

-¿Qué busca el señor? – una persona de la casa contigua que ha escuchado el exabrupto se asoma a la ventana.

- Disculpe señor estoy buscando un Salón de Estética donde hacen masajes. Tengo dolor de cuello y hombro y necesito que me atiendan.

-Por aquí no hay nada de eso, pregunte en la cuadra siguiente que hay un centro de salud.  

-Muchas gracias, muy amable.

Efectivamente en la siguiente cuadra encuentra el centro indicado, allí le dicen que no conocen de la existencia de ese centro. Sí que había hace años un centro de estética pero se cerró.

El viajero se vuelve sobre sus pasos hacia el hotel empapado, molesto y cansado. Se toma un antiinflamatorio y espera que haga su efecto.

Justo a mediodía la lluvia cesa y el cielo se despeja. Se cambia de ropa, almuerza y se lanza a la aventura hacia la frontera brasileña. El dolor ha remitido casi por completo.

Se puede pasar sin problema alguno a Brasil. Cruza la frontera y una larga avenida, que se le antoja interminable se presenta a sus ojos. Una gran cantidad de motocicletas circulan en ambas direcciones. En la gasolinera del lado de Colombia una larguísima fila de motos espera su turno para repostar, la gasolina en Brasil es mucho más cara. Recorridos unos doscientos metros, abandona la tarea, hace mucho calor y se encuentra agotado. Pero ha cruzado la frontera, esa absurda tentación del paseante de ir más allá se ha cumplido.

 

 LA FRONTERA

 

24  de Febrero

- Buenos días hoy toca nueva excursión, paseo por el río Yavarí. Hasta Sacambú. Espero que resulte agradable, el día es prometedor.

- Buenos días señor. Seguro que le va a gustar.

Vienen a buscar al hotel a las personas que van a realizar los tours. Caminan hasta el puerto, y en una de las oficinas, realizan el control de los pasajeros para embarcar.

Los compañeros que le han tocado de compañía son gente muy agradable. El paseo por el río es muy agradable, la barca cruza el Amazonas y entra en el río Yavarí.

- Cada vez que navego por estos ríos arropados de plantas tan exuberantes me siento como si fuera uno de esos descubridores que se lanzaban por zonas inhóspitas y desconocidas en busca del mito del Dorado.- comenta el viajero.

- Usted como español parece tener genes de conquistador.-le responde uno de los acompañantes.

El viajero acepta con risas el comentario.

En una de las orillas del río Yavarí, en la parte de Perú, se encuentra una población llamada Islandia, conocida también popularmente como la Venecia del Amazonas. Las crecidas del río llegan a inundar el pueblo y las calles y las casas están contraídas sobre grandes postes de madera u hormigón. Cuando el nivel de las aguas crece el pueblo se convierte en una gran plataforma flotante.

Después de la parada en Islandia se dirigen por el río hasta la laguna Sacambú: Una pequeña parada para pescar pirañas.

Más tarde hacen una parada en una reserva que se dedica a recuperar especies exóticas para posteriormente ponerlas en libertad en su medio natural. Allí pueden observar algunos monos y dos anacondas, así como el gran depredador del Amazonas el pirarucu.

Las pirañas que habían sido pescadas, sirven como cebo para los pirarucú. El guía de la reserva sobre una rama, a modo de caña de pescar, que lleva atada un tira de cuerda vegetal ata la piraña y nada más tocar con la piraña el agua, el gigantesco pez ataca súbitamente atrapando el cebo es tal la velocidad del ataque que resulta imposible captar la imagen en vídeo y tampoco se aprecia visualmente; únicamente se aprecia un estruendo, el agua borbotando y la piraña desaparecida. Agradecidos de la excursión los pasajeros se despiden al retornar al puerto de Leticia y cada cual se retira a sus residencias.


NAVEGANDO POR EL RÍO YAVARÍ


25 de Febrero

La mañana ha transcurrido monótona, hoy no tenía previsto hacer ningún tour. Pero a la tarde ha decidido marchar a Tabatinga.

- Buenas tardes señor. ¿Me puede llevar a hacer un recorrido por Tabatinga?

- ¡Claro que sí! Buenas tardes. Podemos hacer un tour de tres horas y terminar en el espectáculo de las carotas.

¡Perfecto, adelante!

El viajero se monta en el moto carro y el conductor le va diciendo los lugares por donde pasa, un mirador, un lugar para tomar una cerveza brasilera, una especie de mini zoo bastante mal administrado por el ejercito y al final las garotas - bailarinas de samba-.

El local está repleto de visitantes y en el escenario, un cómico, se fija en el viajero y le hace subir al escenario llamándole abuelito y tratando de buscar las risas del público con su parodia. 

Después aparecen las garotas y comienzan su baile. La entrada era gratuita, solo se cobraba la consumición: las exquisitas caipiriñas.

Al anochecer se retiran hacia Leticia. Al viajero le ha resultado curioso que en la frontera no les han parado en ningún control.

 

PASEO POR TABATINGA


26 a 28 de Febrero

Estos tres días el viajero los ha dedicado a descansar, dar algún paseo por Leticia, un baño en la piscina y a la lectura y a escribir su crónica viajera. Además de todo ello a volar a Bogotá para posteriormente dirigirse a Bucaramanga, su próximo destino.

Como sentía unas molestias en el hombro y la espalda ha recibido una larga sesión de fisioterapia que le ha dejado listo para continuar el viaje. Esta vez no ha sentido el mal de altura, parece que se va adaptando poco a poco.

Al salir de las dos horas de sesión de masaje, simplemente ha visitado el museo nacional y ha disparado alguna foto. No se encuentra muy motivado. Ahora mismo toca la tarea de reservar vuelo a Bucaramanga y un alojamiento.

Mañana, primero de marzo, llegará a su nuevo destino.

 

FIN DE FEBRERO EN BOGOTÁ


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