Colombia 01/03/2023


 1 de Marzo

El vuelo a Bucaramanga ha sido rápido. El viajero ha tomado un taxi hasta el hotel.

- Buenas tardes. ¿Me puede llevar al hotel Ruittoque, está en carrera 19 37-26 Centro.

- Sí señor.

El taxista resulta muy parco en palabras. La única información que le ha dado es que el centro está "maluco" que tenga cuidado. 

Acomodado en el hotel, sale a almorzar. Es tarde pero consigue comer algo y luego toma su cámara oculta en su chaleco y se decide a dar un paseo. La recepcionista le dice que durante el día no hay problema.

Llega a la plaza de la catedral que se encuentra a escasos cien metros del hotel y se pasea curiosamente embebiéndose del ambiente reinante. Cuando llega a un nuevo destino hace lo mismo, tratando de identificar alguna característica específica del lugar.

Comienza a caer la noche y regresa al hotel, mañana paseará con más tiempo. 

 

VISITA A BUCARAMANGA 

 

2 de Marzo

Se levanta con ánimos para caminar por el centro de la ciudad.

- Buenos días, por favor, ¿me puede indicar si voy bien en esta dirección para llegar a la plaza de la gobernación?

- Siga por esta calle hacía abajo, ya le queda poco para llegar.

El sol calienta y el viajero se encuentra acalorado y sediento. Se para un momento en una tienda y se toma un "tinto" (café negro) y compra una botella de agua.

Llega a la plaza, en los aledaños están en obras, se sienta en un banco a la sombra para descansar y arma su cámara para sacar unas fotos, la zona parece segura pero ya se ha acostumbrado a ocultar la cámara para "no dar papaya".

En los folletos se recomienda visitar el Parque del Agua. Para un taxi:

- Buenos días. ¿Me puede llevar al parque el agua"

- Claro que sí señor.

- Esta muy lejos.

- No señor, en coche tardamos diez minutos, pero para ir a pie está lejitos.

Se despide del taxista y observa que la entrada está cerrada. En otro de los accesos una señora, detrás de una ventanilla, le informa de que tras la epidemia está cerrado el parque y solo abren los festivos.

- ¡Viaje inútil!- se lamenta el viajero.

En las proximidades observa que hay unos minibuses que van a Pamplona. Pregunta a uno de los conductores:

-Buenos días señor, ¿cuento demora llegar a Pamplona?

- Depende del tráfico, pero  cinco horas aproximadamente.

El viajero toma nota, tiene el capricho de conocer Pamplona y no descarta la posibilidad de viajar hasta allí. Un taxi que acaba de llevar a una señora a la parada de buses se ofrece a llevarle al Cerro del Santísimo.

Al llegar al lugar resulta que está cerrado y que abren a partir de las tres de la tarde hasta las nueve de la noche. Hoy no parece ser su día. El tipo le propone llevarle a un pueblo cercano: Piedecuesta. Acepta la propuesta.

Almuerza en el lugar en un restaurante que le recomienda el taxista "El nuevo garrotero". En Piedecuesta antaño se elaboraban puros ("garrotes") a los artesanos les llamaban garroteros. Todavía debe quedar alguno ya muy mayor. Con el estómago lleno se pasea por el pueblo y cuando decide volver, se da cuenta de que el mismo taxista que le había traído esta en la fila de los taxis.

- ¡Qué tipo más listo; me ha traído a su pueblo, al que necesariamente iba a venir, y se ha ganado una carrera! - exclama para su interior.

- Se reconocen y le pide que el lleve de regreso al hotel. 

Luego de un breve descanso se prepara para retornar de nuevo al Cerro del Santísimo. Toma otro taxi y concierta para que le vaya a buscar cuando termine su visita.

El acceso al cerro se realiza mediante un teleférico. El lugar es espectacular, en lo alto se eleva una figura de cuarenta metros. Un parque muy bien cuidado, desde el que se divisa la ciudad de Bucaramanga y los municipios colindante, como Florida, donde se ubica el cerro.

La visita es obligada. Se puede subir con un ascensor situado a la espalda de la figura. La niebla dificultaba inicialmente la visión, pero al anochecer las luces de la ciudad generan un magnífico paisaje nocturno.

Bien entrada la noche, finalizado el espectáculo de las fuentes luminosas, el viajero regresa en el teleférico para encontrarse con el taxi.


PIEDECUESTA  Y CERRO DEL SANTÍSIMO

 

3 y 4 de Marzo 

Toca salir de Bucaramanga en dirección a San Gil, el próximo destino. El viajero solicita en el mostrador de la recepción que le pidan un taxi.

A los pocos minutos aparece, carga las maletas y solicita que le lleven a la parada o estación de "Papi quiero piña"

- Qué nombre tan curioso, seguro que detrás hay alguna historia que contar sobre su origen.- solicita el viajero.

- Así es señor. Un pobre agricultor que se acercó a la ciudad llevó unas piñitas para vender y se colocó a la salida de la ciudad en dirección a Bogotá. Consiguió vender sus piñas y pensó que sería conveniente mantenerse en el improvisado puesto para vender muchas más. El negocio le fue bien. Armó un toldo y unas mesitas y un cartel anunciador. Fue prosperando y vendiendo otras frutas. Los conductores y los viajeros le compraban provisiones para el viaje. Fue agrandando su negocio y ya tenía tres puestos de venta. La gente le recomendó que le pusiera un nombre y a él se le ocurrió bautizarlo como: "Papi quiero piña" Se hizo muy popular en la ciudad. Cuando se hicieron las obras de los puentes tuvo que trasladarse al lugar donde ahora salen algunos autobuses y la zona pasó a llamarse Papi quiero Piña. - el taxista con gran interés le fue desgranado la historia hasta llegar al lugar.

El viajero toma el autobús indicando que quiere ir a San Gil. El viaje tarda más de tres horas y le dejan en la terminal. De allí un taxi le traslada al hotel que tenía reservado. Llega con el tiempo justo para dejar el equipaje y tomar el almuerzo. Mas tarde pide un taxi para ir al centro de la población y se da un paseo hasta que oscurece. De vuelta al hotel el taxi que le lleva se ofrece a trasladarle al día siguiente a Barichara haciendo un recorrido por la ciudad de tres horas. No se compromete, pero toma su numero de teléfono. 

A la mañana siguiente, se pone en contacto con Carlos, el taxista y acepta la oferta. El muchacho es muy simpático y cercano y conoce muy bien la zona. Mantienen una larga conversación y conectan. 

Al viajero Barichara, sin desmerecer a San Gil, le ha parecido un pueblo encantador con las casitas blancas muy bien conservadas y acicaladas y su espectacular empedrado, se conserva con sumo gusto el estilo colonial y transitar por sus calles y callejuelas resulta muy atractivo. 

El mirador del salto del mono, descubre un valle verde esplendoroso y ha llamado poderosamente su atención el cementerio. En las lápidas se representan esculturas que resaltan alguna de las habilidades o características del difunto.

La visita ha sido altamente provechosa, además como curiosidad, ha podido degustar las famosas "hormigas culonas".

Después del paseo se retira al hotel, comienza a llover. Una pertinaz lluvia le hace abandonar la idea de hacer "canotaje" -descenso del río- como tenía in mente y se queda en el hotel.

Aprovecha su tiempo para escribir en el blog y editar las presentaciones de fotografías.



PASEO POR SAN GIL Y BARICHARA

 

5 de Marzo 

El viajero ha decidido quedarse un día más de lo previsto en San Gil. Tras los protocolarios saludos al recepcionista pregunta.

- Desearía hacer canotaje o rafting. ¿Sabe usted donde tengo que ir?

- Yo les llamo y vienen a recogerle. 

El muchacho llama y le pasa el celular.

- Si lo desea dentro de veinte minutos pasaremos a recogerlo. Lleve ropa cómoda y calzado deportivo. El coste es de sesenta mil.

- De acuerdo, les espero. Muchas gracias.

Aquí se inicia la aventura del día. El viajero recuerda que el Ecuador, en el río Pastaza, hizo un descenso. Aquello le encantó y quiere repetirlo. Pero su cuerpo ya no tiene la misma agilidad y no sabe si responderá del mismo modo.

El río Fonce es el lugar elegido. Le explican que la actividad dura aproximadamente noventa minutos y que descenderán diez kilómetros.

En el piso de la oficina hay un canoa hinchable con capacidad para dos personas. Una persona, Cesar, se encuentra esperando en el mostrador. La señora de la oficina le ofrece una taquilla para que guarde sus cosas y le recomienda que también deje las gafas.

- ¿Vamos a ir en esa canoa? - pregunta a Cesar.

- Sí ese va a ser nuestro medio de transporte.

- ¿Pero usted sabe manejarlo? Yo no tengo ni idea.

- Yo tampoco pero nos lleva el guía.

Está bien. Es que yo creía que íbamos a bajar en una balsa o barca con varias personas.

El guía aparece y les saluda. Ha escuchado al viajero y le interpela diciéndole que es igual de seguro y mucho más divertido, que no se preocupe. Transportan la canoa y a los pasajeros en una furgoneta, diez kilómetros más arriba. Al llegar al lugar del embarque reciben un cursillo básico rápido por parte del guía. Acto seguido montan en la canoa y se deslizan corriente abajo. Cesar es el capitán, se sitúa en la parte delantera, en proa, el viajero va detrás y por último el guía acomodado en popa.

El rio Fonce dispone de diferentes tramos, alternando rápidos con aguas más calmadas, que permiten el descanso. El agua de los rápidos produce oleaje que hace saltar la canoa, y superado el tramo, se produce el descanso para, de nuevo,  afrontar otro rápido.

 

DESCENSO

CHAPUZÓN 


6 al 9 de Marzo

En estos cuatro días el viajero ha estado dedicado a preparar y disfrutar de una de las visitas que tenía in mente: conocer la ciudad hermana de Pamplona, norte de Santander, Colombia.

- Por mi mala cabeza, tengo los brazos y las pierna abrasados por el sol. Mi falta de previsión al no aplicarme protección solar mientras realizaba el descenso en canoa ha hecho que ahora tenga un gran escozor. - se lamenta el viajero

El primer día, el 6, lo dedicó a viajar de San Gil a Bucaramanga, aunque las distancias, a primera vista, no son grandes, al tener que transitar por carreteras de montaña, con infinidad de curvas y gran cantidad de vehículos pesados, el tiempo de demora es grande. El viajero ya lo sabe y no se le hace pesado, se entretiene admirando el exuberante paisaje pleno de vegetación. 

Una de las vistas que más han impactado a sus retinas es la del Cañón del Chicamocha. Un paisaje impresionante que le ha causado fascinación. El viajero se lamenta de no haber hecho una parada en el lugar, en cada curva se aprecia la profundidad y gran amplitud del cañón por el que discurre el río.

Bucaramanga le recibe sin mayores pretensiones, el viajero pretende conocer lo fundamental, ha paseado por sus calles y respirado el ambiente y la amabilidad de sus gentes. Simplemente es una parada técnica para viajar a Pamplona.


El siguiente día, el 7, toma un bus desde la terminal en dirección a Pamplona. El escozor de brazos y piernas ha remitido y se ha transformado en picor. El viaje se demora mucho más de lo esperado, una intensa niebla dificulta el tránsito y camiones de gran tonelaje circulan por la vía a escasa velocidad. Apenas se adivina el paisaje hasta llegar al páramo.

La ciudad de Pamplona se encuentra en un valle rodeado de montañas. Es una ciudad pequeña que no alcanza los sesenta mil habitantes y se encuentra a casi dos mil seiscientos metros de altitud, así que hay que caminar despacito. El viajero siente algún leve síntoma de mal de altura, sobre todo cuando sube escaleras.

El escudo de la ciudad es el mismo que el de la vieja Iruña (Pamplona, Navarra). La ciudad fue fundada por el baztanés Pedro de Ursúa en 1549. Se le conoce popularmente como la ciudad de los universitarios, cantidad de jóvenes colombianos vienen a Pamplona a realizar sus estudios.

Ofrece a sus visitantes varios museos e iglesias tiene fama de ser fría pero el calor de sus gentes contrarresta el frío climatológico. Cada vez que el viajero decía, respondiendo a la habitual pregunta que de dónde era y aclaraba que era de Pamplona, la mayoría le preguntaban: ¿de Pamplona Navarra?, lo que significa que los pamploneses del norte de Santander, tiene conocimiento de los orígenes de su ciudad y de sus fundadores.

Los días 8 y 9 pasea tranquilamente por la ciudad que le ha adoptado como un miembro más de la comunidad. Se dedica a visitar museos e iglesias y a charlar de forma distendida con multitud de personas que se interesan por que les describa cómo es la Pamplona de Navarra, España. Se ven muchos estudiantes y ha visitado la universidad y departido con ellos.

- Buenos días. ¿Hacen ustedes uñas de gel?

- Claro que sí señor. Espere un momento que llamo ala chica para que le atienda.

El viajero explica que tiene una afección en la piel llamada psoriasis que además de las escamaciones en determinadas zonas del cuerpo le afecta a las uñas que nacen deformes. Desde hace tiempo está recurriendo a cubrirlas con gel para ocultar su desagradable aspecto.

Aparece la muchacha que le va a atender:

- Buenos días señor, me llamo Tania. - se presenta mientras mientras observa sus uñas.

- Buenos días Tania, yo soy Luis.

Tania consulta con Marilyn y deciden quitarle el gel para colocar uno nuevo en su lugar, entienden que el trabajo que le hicieron anteriormente en Medellín no estaba bien hecho. Opinión compartida por el viajero.

Mientras le hacían el trabajo con extremada paciencia comienzan a charlar sobre su origen, el por qué de su visita y de sus vidas. Las dos tienen un gran sentido del humor y se parten de risa cuando el viajero les cuenta que en realidad en su documentación su nombre completo es el de Luis Vicente Juan y que más vale que el santo del día era Luis y no Apapurcio. 

- Luis Vicente Juan.- repiten a coro entre risas.

Hablan de sus familias, sus hijos y de sus excompañeros, padres de sus hijos. 

- ¿Usted tiene familia?

- Sí, claro una esposa y dos hijas una nieta y un nieto.

- ¿Viaja solo, sin su esposa? ¿Está divorciado?

- No, sigo casado desde hace cuarenta y siete años.

- ¿Y a su esposa le parece bien que viaje solo?

El interrogatorio continúa y entre risas hacen comentarios y bromas sobre si a su vuelta no se encontrará con alguien que lo sustituya.

El viajero les explica que tiene un blog en el que escribe un diario de viajes y se lo presenta con el celular.

- Pues tendrá que hablar de nosotras en el blog.

- Eso está hecho. - responde el viajero.

A lo tonto se pasan casi tres horas en la operación, chistes, chanzas, música y grata conversación.

Cada vez que vuelve o sale a pasear y pasa por el establecimiento Tania y Marilyn le saludan cariñosamente y le invitan a entrar.

 

UNA VISITA A PAMPLONA DE COLOMBIA


10 y 12 de Marzo

Con aire de nostalgia deja su Pamplona hermana para dirigirse de nuevo a Bucaramanga, tiene pensado ir a Bogotá. En principio la forma más rápida sería ir a Cúcuta por la mañana y tomar un vuelo por la tarde para la capital de Colombia. Pero se ha informado que hay bloqueos y no le apetece meterse en demoras innecesarias.

- Decidido, me voy a Bucaramanga y desde allí iré a Bogotá. Voy a reservar el hotel Ruittoque en el que me atienden de lujo. - se dice el viajero a sí mismo mientras llama por su celular.

- Buenos días señorita, soy Luis Garín, ¿me recuerda? 

- ¡Claro que sí señor! ¿Cómo le fue por Pamplona?

- Perfecto, quisiera reservar para esta noche.

- No hay problema señor. Nos vemos pronto.

Un taxi le lleva a la terminal y toma un billete para Bucaramanga, sale casi de inmediato. En el viaje de cuatro horas largas  se entretiene admirando el paisaje y charlando con el compañero de al lado. La abundante vegetación tropical se entremezcla con cultivos de cebolla, pastos donde en cuestas empinadas donde pasta el ganado vacuno y humildes edificaciones dispersas.

Llega al hotel, deja sus cosas y sale a almorzar y a dar un paseo hasta oscurecer. Se retira y, de pronto, cómo suele ser habitual en él, hace unas llamadas y concierta un tour para conocer, in situ, el Cañon de Chicamocha, que pudo admirar desde la ventanilla del bus en el viaje de retorno desde San Gil. Informa en la recepción que se queda una noche más.

La mañana del día diez, madruga y, tras el desayuno, le recogen con una buseta a las siete y cuarto. El día está lluvioso y albergan la esperanza de que en el Cañon cese la lluvia y se despeje. Llegan a la población de la Mesa de los Santos el nido sísmico de Bucaramanga, donde todos los días hay temblores, que como afortunadamente se producen a gran profundidad no suelen tener consecuencias.

- Me temo que la lluvia no va a cesar en todo el día y que con toda probabilidad, con esta espesa niebla no vamos a poder disfrutar del paisaje. - comenta el viajero.

- Desde luego este fenómeno no es frecuente, en esta zona apenas hay lluvias. - comenta la guía.

- ¡Atención familias! me informan que el teleférico está suspendido temporalmente, así que les propongo, como opción b, que montemos de nuevo en la buseta que nos transportará al parque por carretera, esto demorará aproximadamente noventa minutos. - anuncia la guía.

Descienden hasta el río Chicamocha y pasan al otro lado ascendiendo hasta el parque, curvas y más curvas y la lluvia se intensifica por momentos. Al fin llegan al parque, apenas hay visibilidad y resulta imposible admirar el paisaje oculto tras las brumas.

Almuerzan. El teleférico está en funcionamiento y ordenadamente montan en las cabinas. Por momenos en la parte baja del cañon se aprecia el río. Los cristales están llenos de gotas de lluvia y las fotos apenas tienen nitidez.

Al retornar se aprecia algún claro. Comienza a despejarse cuando la tienen que regresar.

En los viajes suelen producirse imprevistos de difícil control los fenómenos meteorológicos, como en este caso. Hay que aceptar la frustración de buen grado, valorarlo como una anécdota que siempre se recordará con una sonrisa.

 

 

 

LAS MALAS FOTOS QUE CONSEGUÍ  

 

13 de Marzo 

Ayer el viaje del viajero solitario fue como casi todos los desplazamientos vía aérea. Tienes que llegar con anticipación, esperar en la fila para facturar la maleta, pasar el control de acceso a la sala de embarque, localizar la puerta de embarque y esperar. ¡Una verdadera vaina! 

Esta vez ha cambiado de hotel y de zona. Se supone que mucho más segura, pero mucho más cara y aburrida, edificios modernos, hoteles de lujo, oficinas: Zona norte de Bogotá.

Lo de se supone lo digo con sorna. Miren lo que le ha ocurrido al viajero mientras caminaba por una de las principales calles: Carrera 93.

- Señor, ¿me podría indicar donde esta la librería paulina? - le pregunta una señora.

- Lo siento señora no soy de aquí y no conozco esta zona.

- ¿De donde es usted? Yo acabo de llegar hoy a Bogotá, soy de Méjico.

- Yo soy de España.

En este momento se acerca un señor muy trajeado y de buen porte. La señora le pregunta por la librería y el señor le indica que se encuentra más adelante en la dirección por la que camina. Inmediatamente se identifica como sargento de policía anti narcóticos y anti terrorista, mientras enseña una tarjeta plastificada y aclara que su unidad va de paisano y controla a visitantes extranjeros para evitar el comercio de drogas.  Les pide la identificación:

- Lo siento, yo no llevo el pasaporte encima, pero sí mi documento de identidad español, espero que le sirva. Le extiende el DNI.

- Estamos haciendo controles muy exhaustivos a las personas extranjeras a fin de comprobar que no hay riesgo de que sean colaboradoras de narcotraficantes. Si son ustedes tan amables acompáñenme a nuestra oficina para hacer unas comprobaciones y extenderles un documento que les sirve para eludir los controles en el aeropuerto.

- Si señor le acompañamos no tengo nada que ocultar. - dice la señora.

-  ¿Pero es necesario acompañarle a la oficina? - interviene el viajero que se extraña de la situación.

- Bueno, si me permiten escriban sus datos en esta hoja y voy a la oficina a hacer una comprobación. Esperen aquí.

El tipo solo se lleva la hoja de la señora y se aleja hacia la oficina. En ese momento pasa una persona por el lugar, mientras al supuesto sargento se le ve alejarse. Es un pasillo peatonal y al fondo se ven unos edificios.

- Buenos días señor - saluda el viajero - Discúlpeme, ¿hay una comisaría allí?.

- Si señor hay una oficina de policía antidroga en el mismo edificio que mi despacho de abogados.

- ¿Es usted abogado? - interviene la señora.

- Sí señora, creo que están haciendo investigaciones. No se alarmen. Que tengan un buen día.

El viajero le comenta a la señora que todo esto le resulta extraño, en mi país no te abordan en la calle sin motivo aparente. La señora le dice que tampoco le parece normal.

- Yo no me meto en una comisaría sin que me detengan, esto es muy raro.- le comenta el viajero.

Aparece el tipo y se dirige al viajero para recibir el papel donde había anotado su nombre, apellidos y el número de su documento de identidad.

- ¿Lleva usted dinero? 

- No señor, llevo solamente menos de cien pesos. Precisamente me dirigía a un cajero para sacar dinero.

- ¿Y usted señora? 

La señora saca del bolso su cartera en la que puede verse un billete de dólares, no se aprecia la cantidad, que supuestamente envuelven a otros muchos más. 

- ¿Lleva usted más dinero del que tiene en la cartera? -pregunta el sargento, dirigiéndose a la señora.

- No señor es todo lo que tengo y estas tarjetas.

El viajero muestra sus tarjetas, el policía las recoge en sus manos junto con el dinero, supuestamente para llevarlas a la oficina para comprobar. Aparece otra persona que el sargento presenta como su comandante. En ese momento le preguntan a la señora su clave y, para sorpresa del viajero ella se lo da. El sargento le mira al viajero con gesto de interrogación.

- ¡Eso sí que no! yo no doy mi clave ni a mis hijas. ¡Traiga usted eso! recoge las tarjetas y el dinero y le dice que ni la policía tiene derecho a reclamarlo.

Se da media vuelta y se marcha, la señora le sigue y le agradece su comportamiento..

- Pero, ¿como le ha dado usted su clave?

- Le di otro número. Voy a buscar a mi mamá que me espera en el café - la señora desaparece.

En cuanto llega a la calle principal llama al 112 para solicitar información de la policía. La señora de la centralita le pide que le diga donde está.

- Calle 15 con carrera 93 - responde el viajero.

- No se mueva de allí que doy aviso a la central de policía.

Unos diez minutos después dos policías en moto se acercan. El viajero se dirige a ellos y les explica lo ocurrido. Los verdaderos policías le dicen que eso son una banda de timadores, que todos están compinchados: la señora, el sargento, el abogado y el comandante que apareció después. Que ha tenido mucha suerte y que se han producido varios robos de este modo en la zona. Que la semana pasada a un señor le estafaron veinte mil dólares.

- Como usted no ha entrado en el juego, estos se han marchado, además seguro que nos han visto venir.

Los policías se despiden y le dicen que ha hecho muy bien denunciando el incidente.

Tras el desagradable incidente, el viajero no ha tenido ni la menor intención de sacar su cámara. 

Así que hoy,

NO HAY DOCUMENTO GRÁFICO

 

14 de Marzo

- Buenos días caballero, hoy toca conocer la famosa Catedral de Sal de Zipaquirá. Soy Timer, el guía. Para el seguro del viaje es necesario que me aporten los siguientes datos: Nombre y apellidos, teléfono de contacto, correo electrónico y número de pasaporte. Le pasa el celular para que anote los datos en la App de la compañía.

- Buenos días, con mucho gusto. Yo soy Luis.

- Usted es español, ¿no es cierto?

- Se me nota ¿verdad?

- Sí claro, por su acento. Aquí ha llegado la buseta. 

El viajero toma asiento y se dispone pacientemente iniciar la marcha junto con otros pasajeros: mejicanos, hondureños, argentinos, colombianos y un estadounidense. El viaje a Zipáquirá demora en torno a los noventa minutos. El guía habla en español y en un inglés muy fluido.

Cuando llegan a la población les dan treinta minutos para hacer un paseo de reconocimiento por el centro. 

La plaza principal se encuentra presidida por la iglesia catedral y el edificio de la municipalidad, abrigados por edificios de estilo colonial. Seguidamente se trasladan a la Catedral de Sal, que está considerada como la principal maravilla de Colombia. La gran devoción que los mineros manifestaban, antes de iniciar su jornada laboral, adornando los socavones con imágenes de santos a los que imploraban protección, ha inspirado esta gran obra. 


Resulta impresionante la circular por las distintas galería en las que pueden contemplarse diferentes esculturas de sal resaltadas por la iluminación. El viajero ha quedado epatado por la contemplación de semejante maravilla.

 

CATEDRAL DE SAL DE ZIPAQUIRÁ


 15 y 16 de Marzo

- Ya no queda nada, es el final de la visita a Colombia. Han sido casi dos meses y me encuentro emocionalmente atrapado con la gran experiencia vivida en este magnífico país, con sus gentes tan acogedoras, con sus gran diversidad de majestuosos paisajes, su variada gastronomía y su diversa climatología. -comenta el viajero con su alter ego -.

- Antes de llegar a Colombia algunas personas trataban de quitarme la idea del viaje. Que si no es un país seguro y menos si viajas solo. Que te pueden atracar o secuestrar. Que ya estás un poco mayor y con achaques y te puede pasar algo. etc.etc

Pero yo creo, sin despreciar los potenciales peligros a los que, una persona que viaja sola, pueda enfrentarse, si se tiene prudencia, no tiene porqué darse ningún problema grave. Una frase muy habitual entre las personas que te aconsejan cuales son los lugares seguros y las horas apropiadas para pasear es : "no dar papaya" y eso es lo que ha tenido en cuenta, en todo momento, este viajero. Y no me ha ido nada mal. Es cierto que en las grandes ciudades los niveles de delincuencia son altos. También es cierto que la paz en Colombia todavía está en proceso de conseguirse porque grupos disidentes de la guerrilla de las Farc y el ELN todavía permanecen activos. Pero la situación es mucho menos violenta. En estos momentos el gobierno comandado por el presidente Gustavo Petro trata de negociar un acuerdo con estos grupos. - reflexiona el viajero-.

En resumen, el viajero está muy satisfecho de su viaje y tiene el propósito de volver para seguir conociendo este maravilloso país.

Hoy y mañana le toca organizar el viaje de regreso y justamente ha salido del hotel para atender necesidades básicas.




 

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