Perú23/1/20

De nuevo, el Viajero Solitario pretende volver a las andadas. Regresa a Perú que, con sus encantos, y su voluptuosa majestuosidad, atrae los deseos de atraparlo en sus esencias: Sus paisajes de montañas, teñidas de un verdor incomparable, que esconden ruinas imperiales del esplendor de antiguas culturas. Las aguas marinas, plenas de vida, que acogen generosas su variada fauna. Y, ¡cómo no!, los caudalosos ríos que, generosos, riegan y alimentan la masa vegetal de la Amazonía. 
Como es su natural forma de viajar, solamente ha reservado vuelo a Lima. Pretende visitar la selva amazónica, concretamente Iquitos, sin descartar otros destinos. Ha reservado vuelo para el día 22 de enero con regreso el 11 de marzo.


COMIENZO DEL VIAJE: La primera en la frente.
Miércoles 22 y viernes 23/01/2020
El viajero sale de Pamplona en tren hasta Madrid. Al acomodarse en el vagón, busca en el bolsillo donde creía que tenía su móvil o celular y descubre que se lo ha dejado en casa.
- ¡La primera en la frente! - exclama malhumorado para sus adentros.
- De todos modos no todo está perdido. Más vale que llevo en la maleta un antiguo celular que me permitirá comunicarme, si es que funciona.- se resigna confortado.
En el aeropuerto consigue una tarjeta para hacer las llamadas de rigor a la familia. 
Ha tenido suerte y en el avión estaban vacías las dos plazas contiguas y se ha podido tumbar y disfrutar de unas ligeras duermevelas, aunque el cuello no se encontrara muy satisfecho.
A la llegada al aeropuerto de Lima ha tomado un bus: “airport exprés”, hasta las proximidades del hotel por un precio muy económico. En el trayecto, que ha demorado más de una hora, ha  ido observando con interés la gran cantidad de carteles con anuncios gigantes de todo tipo en las fachadas y tejados de las edificaciones, de suerte que la ciudad se le antojaba un gran portal de anárquico mercado. Para completar la cartelería, en el césped de las medianas, los candidatos de un sin número de partidos solicitan el voto, en sus carteles muy bien pertrechados, para las elecciones a las cámaras de representantes que se celebran este domingo día 26.

Después de acomodarse en el hotel espera la visita de Ramiro Montesinos, un amigo de Anarosa de Acedo, al que debe entregarle un paquete. Ya estuvo con él en el 2014, en una breve estancia en Lima de la que guarda un agradable recuerdo. Han almorzado unos excelentes platos de pescado, haciendo honor a la cocina peruana, y han quedado en dar un paseo para el día siguiente.


SEGUNDO DÍA EN LIMA: La dependencia del celular.
Viernes 24/01/2020
Cada vez que el viajero pretende hacer operaciones, compra de billetes y pagos por internet, los bancos le piden que inserte el código que han enviado a su celular.
-¡Pero que mierda es esto! Tengo mi celular olvidado en Pamplona y no puedo acceder al código y por ende realizar la operación. - replica el viajero a la computadora como si esta fuera un interlocutor válido -.
-Me están volviendo loco. Ya no solo hablo conmigo mismo y hasta a veces me respondo. Ahora increpo a una pantalla en tono amenazante, propinando toda serie de groserías y palabras malsonantes. -medita el viajero-.  
El viajero tomo la precaución de meter en su maleta un celular antiguo, pero no había manera de que funcionara correctamente, se le consumían los datos y se bloqueaban las aplicaciones. Así que se ha visto obligado a cambiar de compañía y ha adquirido un celular similar al suyo por poco dinero.
Su primera llamada ha sido para disculparse con  Ramiro con el que no podía comunicarse y que había quedado en acompañarle.
Salvado el incidente de los problemas de comunicación, el viajero se ha paseado de nuevo por la plaza de armas, ha tomado el bus urbano desde la municipalidad de Miraflores hasta el centro de la municipalidad de Lima. Después de un pequeño refrigerio se ha vuelto de nuevo a Miraflores, hasta la costa, para dar un paseo por el mirador y disfrutar del atardecer.
Agotado por la caminata, de vuelta al hotel se ha parado a reponer fuerzas.




TERCER DÍA EN LIMA: Indiferencia policial. Comida genial
Sábado 25/01/2020
Reparado de su cansancio, se ha despertado con un montón de picotazos de mosquitos. Tras el desayuno, ha dedicado un largo tiempo a poner en orden el celular, manteniendo varias comunicaciones con su hija Cecilia.
Después ha bajado de nuevo hacia el mirador para darse un paseo. La parte colindante alberga modernos edificios acristalados y torres de apartamentos, además de un centro comercial que recibe gran cantidad de visitantes.
Unas fotos y después ha decidido premiarse con comida nikkei (fusión japonesa- peruana) que se ha puesto muy de moda. Para ello ha elegido el Maido, considerado uno de los mejores restaurantes de fusión de Lima.
Como no tenía reserva, una amable señorita recepcionista le ha emplazado para que volviera después de una hora, con la esperanza de que encontraría alguna mesa disponible.
Mientras hacía tiempo, ha ido paseando por los alrededores y, en el camino, se ha topado con una muchacha tirada en el piso, junto a una columna. En la calle los autobuses iban recogiendo pasajeros mientras anunciaban a voz en grito el trayecto.  
Al observar la situación de indiferencia de varias personas que por allí pasaban y con la sensación de que nadie le prestaba ayuda, se ha acercado y ha tratado de ayudarla, parecía un trapo tirado en la calle, le ha zarandeado para tratar de animarla y no respondía, parecía muerta, ha observado al moverla que parecía respirar, pero no reaccionaba. El portero de la finca cercana le ha dicho que la policía estaba avisada. Desde un autobús que se encontraba atrapado en el enorme atasco de la avenida, una persona ha gritado; ¡Llamen al 106!
El viajero ha tomado su celular y ha marcado el número. Una señorita le ha pedido la ubicación y mirando en el portal del edificio le ha indicado el lugar exacto. La señorita le ha respondido que las ambulancias estaban lejos y que era mejor que se comunicara con la policía. Sorprendido por la respuesta y, mientras trataba de comunicarse, el portero le ha dicho que la policía ya había acudido al lugar, que unos paramédicos habían controlado sus constantes vitales, que la muchacha era un gay que había estado de fiesta toda la noche, y que le habían recomendado que le dejaran descansar hasta que se le pasara.
Algunas personas más preocupadas por el lamentable estado de la muchacha no daban crédito.
Nuevas llamadas y la policía insistía en que ya estaba avisada y que no iba a intervenir. Ante la impotencia el viajero ha seguido caminando y, a escasos metros, ha observado que un policía con una moto, próximo al lugar era requerido de nuevo por varios viandantes. Lentamente el agente se ha acercado al lugar y, al comprobar que una moto de reparto de comidas, ha dejado el vehículo en lugar prohibido mientras realizaba la entrega, se ha parado a multarle y después se ha aproximado al lugar donde yacía la muchacha. Una señora le ha increpado por no querer intervenir, su respuesta ha sido que era un gay que había tomado demasiado y que le habían informado por radio que no era necesario intervenir, que ya se le pasaría. Dicho esto, ha arrancado su moto y se ha alejado del lugar.
El viajero junto a la señora indignada han conseguido que despertara de su letargo, la señora le ha dado agua y se ha incorporado. El portero de la finca, que conocía al muchacho, le ha devuelto el celular que había perdido al caer. Felizmente se ha levantado y con la ayuda del portero se ha introducido en la finca donde supuestamente vivía.
Después de comentar el trato inhumano dispensado a una persona que necesitaba ayuda, previsiblemente por una actitud homófoba, el viajero ha estado charlando con una persona que había intervenido. Han estado disertando sobre la pérdida de valores de la sociedad, sobre los prejuicios.
Manuel Cruz, un amable caballero que según le ha dicho se dedica a viajar por todo Perú vendiendo artículos.
Se han despedido y el viajero le ha dado la dirección del blog.
De regreso al restaurante Maido le han acomodado en una de las mesas y, siguiendo los consejos de la persona que le ha atendido, ha disfrutado de la experiencia culinaria. Un magnífico premio.
El único pero: el precio. Pero ha merecido la pena.

Posteriormente ha regresado al hotel a descansar; tras la siesta, un breve paseo y de nuevo de retirada a escribir esta crónica.


CUARTO DÍA EN LIMA: Las elecciones
Domingo 26/01/2020
La ciudad ha despertado tranquila, apenas había tráfico rodado ni se escuchaba el chirriante sonido de las bocinas, al que tan aficionados son los conductores limeños.
En la avenida colindante con el edificio de la Municipalidad de Miraflores ha tomado el bus 301 que le ha dejado en la parada de Callao a tres cuadras de la Plaza de Armas.
El trayecto ha sido rápido.
Una vez allí se ha dejado convencer por unas señoras que vendían boletos para un bus turístico que le iba a llevar a Miraflores, Barranco y Chorrillos. Tenía el deseo de conocer la zona de Chorrillos y se ha apuntado.
Una breve parada de 10 minutos junto al parque del beso, que ya conocía y nada más. No podido obtener ninguna imagen de interés. Así ha pasado toda la mañana: montado en el “engañaturistas”.
Por la tarde, cansado, se ha retirado al hotel para conocer el estado de las votaciones y ordenar sus cosas para el vuelo a Iquitos de mañana. 
Los resultados provisionales indican una gran dispersión del voto, ningún grupo ha conseguido llegar al 12% de los votos. Todos los líderes políticos  de las diferentes agrupaciones abogan por el consenso político.




VIAJE A IQUITOS: La isla amazónica
Lunes 27/01/2020
Por la mañana ha preparado su mochila con lo más necesario y ha dejado su maleta en depósito en el hotel. Un breve paseo por los alrededores, haciendo tiempo para la salida del bus que reservó ayer por internet.
A la hora anunciada aparece el bus y le traslada al aeropuerto. Hora y media. Muchísima circulación como es costumbre en Lima. El avión sale de acuerdo al horario previsto y llega puntual a Iquitos. Allí le recibe Yolanda con gran amabilidad, para trasladarle a la “Posada Alpahuallo” que regenta junto a su esposo Víctor.
Ya anochecido, se premia con una merecida cena en Blanquita, un lugar de comida tradicional recomendado por Yolanda.


PRIMER DÍA EN IQUITOS: Barrio de Belén con los palafitos del río Italla
Martes 28/02/2020
Después del desayuno, se deja aconsejar por Yolanda y se dirige al barrio de Belén. Las calles de la ciudad están invadidas por motocarros y motos, que son el principal medio de transporte.
Ha quedado con Kelwin a las 9 para navegar por los ríos Itaya, Amazonas y Nanay.
Conforme se adentra en el barrio se sorprende por la gran cantidad de mercancías que se venden: pollos vivos, huevos, todo tipo de frutas, papas, frijoles. Cuando ya le parecía que se encontraba próximo al río, se dirige a una persona:
-Buenos días. ¿Voy bien por aquí al embarcadero?
-Si señor pero le falta todavía un buen trozo –responde el interpelado-
-No importa, prefiero caminar.
-No se lo aconsejo señor a partir de este lugar puede tener problemas, hay bastante gente peligrosa. Si usted quiere le llevo en mi motocarro por dos soles no más y le digo a un amigo de fiar que lleve en su lanchita- propone el muchacho-.
-De acuerdo pues.-responde el viajero-
Efectivamente le lleva hasta uno de los embarcaderos y negocian el viaje: una hora, treinta soles.
El viajero monta en la humilde embarcación y monta su cámara. Ante sus ojos se levantan unas casitas de madera apoyadas en unos postes y algunas otras parecen estar flotando en el agua. Es un precioso espectáculo. La barquita se desplaza entre los estrechos canales próximos a la orilla hasta llegar al cauce principal. Las gentes que las habitan se encuentran realizando sus faenas habituales, lavar la ropa y tenderla, reparar alguna cosa, pescar la comida del día. Los niños se bañan y chapotean en el agua. En las casitas aparecen carteles en las que anuncian venta de víveres, recarga de móviles, combustible para la embarcación, etc.
Un fantástico recorrido lleno de encanto que seduce al visitante.
Terminada su visita por el barrio de Belén, el viajero se encamina a la plaza de armas; el sol calienta y el paseo se le hace pesado a la par que entretenido. Gran cantidad de carritos, moto taxis, circulan por calles y avenidas. Con gran habilidad se manejan muy juntos, casi tocándose, pero no se chocan, calculan milimétricamente las distancias sin rozarse. Apenas se ve, de cuando en vez, algún automóvil o una camioneta o bus. Al viajero se le antojan, mirándolos de espaldas y recordando otros lugares, carritos de mennonitas motorizados.
Cada calle tiene sus comercios agrupados: las ópticas, las pollerías y hueverías, las frutas y comestibles, talleres de reparación de motos. La gente se mueve tranquilamente sin apuros por las aceras, en las casas de planta baja, unas verjas metálicas protegen la entrada y muestran una especie de patio con tumbonas y hamacas, donde se observan las personas que las habitan tomando su limonada o descansando.
Cansado ya de la caminata, llega al fin a la Plaza de Armas. No le encuentra nada especial; únicamente llama su atención que en el parque que alberga en su interior hay papeleras. En todo su recorrido ha tenido que comprar agua y no encontraba lugar alguno donde arrojar el envase; cuando miraba dónde, veía montones de basura acumulada en rincones o en las bocas de alcantarillas sin tapa y allí lo dejaba con cierta mala conciencia.
- ¡Por fin unas papeleras! - exclama el viajero mientras cruza la calle para arrojar su última botella de agua.
Próximo a la plaza se encuentra el malecón, desde el que a través de su mirador se aprecian las aguas calmas de los ríos adornados con sus plantas acuáticas floreadas.
En las proximidades se para en la puerta de una oficina de viajes y le dan información sobre un día de pesca; precios muy elevados: 250 dólares. Desiste. Sabe que no es buena temporada para atrapar peces grandes y prefiere no arriesgarse.
Mientras pasea por el malecón, un guía muy atento le propone dar un paseo en embarcación por 120 soles, cuatro horas de navegación por los ríos Itaya, Amazonas y Nanay. El señor se muestra muy atento. Al viajero le seduce la idea y le pide su número de celular para confirmarle el paseo.
Se retira a la posada cansado, el calor y la caminata le han agotado y necesita reposar.
Al atardecer, repuesto, se da otro paseo y toma algo de cena. Se retira temprano.


  CASAS FLOTANTES. BARRIO DE BELÉN



SEGUNDO DÍA EN IQUITOS: Navegando
Martes 29/01/2020

Ha quedado con Kelwin a las 9 para navegar por los ríos Itaya, Amazonas y Nanay. Se presenta en el embarcadero unos minutos antes de lo acordado y Kelwin le estaba esperando. Le presenta a Javier el piloto de la embarcación e inmediatamente inician la marcha por el rio. Durante el recorrido mantienen una amena conversación. Lo más sorprendente es la diferencia de coloración entre el río Itaya y el Amazonas. El primero con sus aguas negras producto de la vegetación del fondo y el Amazonas con un color terroso por los limos es suspensión. Las aguas parecen tranquilas, no hay corrientes visibles, discurren lentas, como si quisieran demorar su viaje hacia el océano.

En las orillas la vegetación refresca sus pies apoyándose en el lecho del río, como si necesitara el frescor de sus aguas para soportar el intenso calor. Se adentran por los brazos del río entre el exuberante ramaje del arbolado. Por momentos se encuentran solos y solamente se escucha el “peque peque” del pequeño motor de la embarcación y la caricia del agua sobre la quilla.
De camino paran en un lugar de recuperación de animales que el viajero visita. En el centro se recogen animales enfermos o accidentados a los que tratan de recuperar para retornarlos de nuevo a su hábitat natural.
El paseo resulta muy agradable y Kelwin una persona encantadora con enormes deseos de agradar. Magnífico guía.






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